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BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 277
que no debe en esto imit?rsele: Deslumbra, sin duda, al gran
sabio la propia fuerza de su talento. No hubiera nunca el
P. Feij?o visitado un aula, abierto una ?bra o relacion?dose
con persona docta, y gran ;esfuerzo tendr?amos que hacernos
para suponer que, si no en su rigidez de t?cnica, no le llega '
ron a la inteligencia las normas de ,la Ret?rica, a lo menos,
ejemplificadas en mil formas y giros, aunque ?l, sin notarlo
sensiblemente, se las haya asimilado con esa ingenua incons
ciencia con que un ni?o de cuna, reclinado en la mecedora
de los brazos maternos, se impone, en el sentido de las pri=
meras palabras que oye, las enlaza entre s? para formar una
cl?usula y enlaza, por fin, las diversas cl?usulas hasta com
pletar el significado del pensamiento que la madre quiere ex
presarle. ?Y no es del mismo modo que el significado y fuer
za de cada palabra, como aprende tambi?n luego a. expre
sarla, creciendo en perfecci?n su lenguaje con los d?as, como
crece su cuerpo en proporci?n al alimento ?
Porque no, se?ores; el P..Feij?o, dig?moslo con llaneza, ?
no es pensador que haya prescindido, para serlo, de las tareas
del estudio. Lo 'copioso de estas tareas, realizadas sobre los li
bros, le proporcion?, en. parte, sustancia abundosa de conoci
mientos cient?ficos, pues para eso y no para entretenimiento,
se procur? la enorme erudici?n que campea en sus escritos.
?Y c?mo entonces, imaginarnos, que al verterle los autores
sus ideas sobre la inteligencia, como vierten los cielos sus
lluvias y ?stas forman los dep?sitos profundos de aguas de
donde brotan los manantiales, abastecieran esas ideas lo in
sondable de su cultura, y, en cambio, en lo relativo ala forma
literaria en que le eran comunicadas, con sus t?rminos, giros,
figuras, ductilidad y riqueza de expresi?n, todo, en fin, le res
balara, como por la superficie, sin dejarle en la mente la me
nor huella, implicando en ?l un talento permeable en alto
grado a lo descarnado de las ideas y totalmente impermeable
a la forma literaria de los conceptos? ?No podemos decir que
al docto autor del Teatro Cr?tico le ocurri? lo que le ocurre
a tantos otros escritores ayunos de preceptiva ret?rica, pero
que pr?cticamente se la asimilan sensibilizada en la conversa
ci?n con personas cultas o en la lectura de composiciones
escritas ?
(Continuar?).