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solelln de la Real lcademia Gallega 329
el cr?dito. que da a los falsos cronicones. ?Son autoridades para ?l! Toma ?
de ellos no s?lo martirios y hechos y noticias que no ten?an ning?n fun
damento, sin? tambi?n inscripciones que o nadie vi? o eran tan fingidas
como las cr?nicas fingidas.
Otra mancha hallamos tambi?n en ?l, que afea bastante su trabajo,
y es el seguir ad litteram, como dicen, el sentir y las expresiones mismas
de los escritores latinos. As? en el cap?tulo 32 del libro primero escribe:
?Diez a?os despu?s tuvo necesidad Quinto Mario de tomar las armas
para limpiar la provincia de ladrones. Despues Servilio ,Cepion di? una
rota a los foragidos de la Lusitania. Acab? de reprimir el orgullo de los
salteadores, gente foragida en la Lusitania, L. Cornelio Dolabella. Y de
Augusto dice en el cap?tulo 45, que los quince a?os que le quedaron de
vida los emple? en limpiar Espa?a de ladrones. Y conforme a esto, la
virtud y la benignidad romana y la barbarie gallega y de Espa?a entera,.
hacen su aparici?n en cada una de sus p?ginas. Lo cual nos da a entender
cuan grande era todav?a en el siglo xvit, en que este libro se escribi?, el
brillo del valer romano, pues as? ofuscaba el entendimiento de este hom
bre, que era sin duda un var?n prudente. No era con todo su discreci?n
tan grande como conven?a para saber leer entre lineas y distinguir lo que
se dice de lo que pas?. A la mala fe llamaron los latinos ?fides p?nica?, y
no era mayor que la cartaginesa la fidelidad romana. Y bien puede ser
que esos ladrones y foragidos de que nos dan cuenta los historiadores
romanos, no fuesen tanto malhechores, como soldados que defend?an su
tierra y su libertad con el hierro, que para eso le hab?an dejado sus mayo
res como 1 g dijeron, seg?n este mismo escritor refiere, los de Cangas al ca
pit?n romano que pretend?a apoderarse de sus bienes y su libertad.
Al lado de estos lunares, llama la atenci?n e impresiona gratamente,
el cuidado con que anota los numerosos monumentos romanos que dej?
en Galicia aquel pueblo conquistador, tan dado a consignar en piedra y
bronce sus memorias.
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Dec?amos al terminar el precedente cap?tulo, que era notable que al
margen de los defectos que afeaban la obra de nuestro historiador, se nota
se tan laudable diligencia en dar cuenta de los antiguos monumentos
levantados en Galicia por el celebrado pueblo romano. Hablando en el
cap?tulo 29 del libro primero, de las haza?as de Decio Bruto, escribe que
hay en las orillas del r?o Limia, restos de dos castillos, obra ,quiz? de
este capit?n romano, en uno de los cuales se encontr? pocos a?os ha una
figura de hombre hecha de m?rmol, desnudos los brazos, con un sayo
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