Doletts de la Real Academia Gallega 93
la acechaba. Apenas llegada, la muerte implacable arrebat?le el carif?o
de una madre idolatrada, junto a la cual retornaba, tras prolongada
ausencia, para recoger solamente su postrer suspiro.
Y ?c?mo? De la manera meta tr?gica e imprevista. Cuando la
voz de la ciencia acababa de tranquilizar a aquella hija am?nt?sima
asegur?ndole que ning?n peligro corr?a la vida de la adorada enferma,
no bien el doctor que la asistia, abandonara la estancia, en una crisis
horrible, vi? la infortunada hija expirar entre sus brazos a su madre.
XIII
Esta iron?a de la suerte que la para siempre de una
amada y leal consejera, p?rdida que nunca llorar? bastante una hija,
afect? en extremo a Rosal?a.
La que fuera su gu?a en los primeros pasos de la vida, aquella
que pareci? trasmitir a la carne de su.carne todos 1?s ?secretos y te
F ?rrores que sinti? cuando la tuvo en sus entraflas ?, fu? llorada amar
gamente por aquella hija carifios?sima que al abrazar a su madre, de
la que permaneciera alejada varios alos, presto la vi? desaparecer.
Impresionable, d?bil y nerviosa, las emociones impensadas pro
duelanle a Rosal?a crisis dolorosas y terribles. As? la herida fu? espan
tosa y en pleno coraz?n. Cost?le a la infortunada hija, dotada de alma
tan sensible y delicada, largu?sima y grave enfermedad. Su juventud
y el amor y cuidados exquisitos de los suyos, pudieron arrebatar, dis
put?ndosela palmo a palmo, su nueva presa a la muerte, en aquel
hogar desolado.
Desahogo de su esp?ritu dolorido y quebrantado por aquel'infor
tunio, imprevisto, fu? el hermoso ramillete de poes?as A mi madre
(1863) ofrendado on el altar del amor filial y del que apenas se tiene
conocimiento por haber sido muy corta la edici?n y destinada exclusi
vamente a las personas de m?s intima amistad (1).
! Tierno y delicado homenaje propio de quien, como Rosal?a, tanto
y tan bien sab?a amar y era toda coraz?n.
? XIV
Hijos de su privilegiado talento, fueron no s?lo los sazonados
frutos de su musa, sino algunos libros on prosa castellana.
?i (1) Acaba de ser reimpreso en el folletfn de El Eco de Santiago, 1926.
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