ijoletin de la Real jkcademia Gallega 69
r?ntesis en la diaria y dura tarea period?stica a que se hallaba consa
grado, y estuvo en Orense varios d?as, obsequiado por los pocos amigos
que aqui le quedaban, con los cuales recordaba, en largas y sabrosas
conversaciones, el tiempo viejo, aquel en que naci? aqu? s?bita y rui
dosamente a la celebridad, con la publicaci?n de sus Aires da mi?a
terra. No se han borrado de mi memoria las palabras con que se des
pidi? de su antiguo amigo Benito F. Alonso y de m?: ?Adi?s, amigos
m?os, nos dijo, mi mala estrella me condena a vivir lejos de mi amada
Galicia; me voy para no volver a ella!?, y dos gruesas l?grimas asoma
ron a sus ojos.
Y no le engafiaron sus tristes presentimientos. No hab?a transcu
rrido un lustro, cuando la afecci?n card?ac? que padec?a se agrav? de
tal modo, que hubo de ser trasladado a la casa de salud Covadonga;
los recursos de la ciencia y los sol?citos cuidados de la amistad fueron
impotentes para salvar aquella preciosa vida, y al cabo de tres semanas
de lucha con la muerte, largos y frecuentes colapsos disiparon las ?lti
mas esperanzas. En uno de ellos se le oy? exclamar ?el Dios hombre!,
?el Dios hombre! Cuando recobr? el conocimiento, el doctor Soto le
practic? una inyecci?n en el brazo, y Curros dijo: Ma?ana este brazo
estar? extendido y encajonado con el cuerpo. ?Por qu?? ?le pregunt?
Soto?. Y 61 contest? con la mayor resignaci?n cristiana: ?Porque Dios
lo quiere! En efecto, al d?a siguiente, 7 de marzo, a las ocho y cua
renta y cinco minutos de la magana, oxhal? su Ultimo aliento.
Asi muri? Curros Enr?quez, ? con el santo nombre de Dios en los
labios. Paz y eterno descanso al insigne y batallador periodista, al
escritor tan brillante como infortunado, que en lucha continua por la
vida, hall? siempre sembrado de espinas y abrojos su camino. Astro
de luz ref ulgente que se alza en la hermosa y nobil?sima villa de San
Rosendo, brill? con vivos resplandores en la cumbr? de nuestro Par
naso, y fu? a ponerse y ocultarse para siempre allende los mares. Po
dr?n apagarse y perderse a trav?s del tiempo los Bones que arranc? a
su lira en la lucha de las ideas y de las pasiones; pero los que le ins
pir? el ave de p?o dulc?simo y alas de nieve, que anidaba on el San
tuario de la Virgen del Cristal, adonde le llevaba de ni?io su madre
cogido de la mano, esos no se apagar?n; tan preciosa leyenda sera m?s
duradera que el bronce; y inientras haya corazones que latan a impul
sos de la fe y del amor que en ella palpitan, y no muera y desaparezca
la dulc?sima lengua en que est? escrita, el nombre del poeta sera pro
nunciado con admiraci?n, y on los aniversarios de su muerte manos
cari??osas cubrir?n sn tumba de flores.?