Doleltn de la Real ,lcademia Gallega 26r
V?zquez comenz? ? decir: que el dicho edificio de piedra y m?moa sig
nificaba estar en ella un muy gran tesoro, y estuvo ense?ando las pie
dras y las entradas que tenia, ? su merced el dicho Sr. Oidor y ? los
dem?s que estaban presentes, dioiendo: que hab?a menester muy gran
trabajo y gasto para abrirse por userenn rnuy dificultosas. A. esas rezo
nes sali? D. Alonso Ordo?ez (1) quien, volvi?ndose hacia el Sr. Oidor,
con el sombrero en la mano, le dijo: que si todas las m?moas que
habia en este Reino se abriesen por cuenta de S. M., le causer?a
grand?simo da?o y ? los circunvecinos donde se abriesen cliches m?
moas; que aunque pareciese estar en ellas alg?n tesoro, que bien podia
n? hallarse en ellas ninguna cosa; ? lo que replic? Pedro Vazquez:
que qui?n le metia en eso, en disputer lo que estaba en las m?tnoas,
ni ? cuya costa venia el Sr. O?dor; que sable mucho pues adivinaba
lo que estaba en pecho ageno. Que ? este tiempo, D. Alonso estaba
oyendo esas palabras desde un alto y costanera donde estaban algu
nas zarzas y mates y, distances uno de otro, volvi?ndose D. Alonso
pare hablar ? su vez, y?ndose bajando por estar tin poco alto, se le
enlaz? la eontera de la espada, que tra?a collide, en las cliches zarzas
y, qued?ndole un p000 alta, la recogi? con la mano izquierda para
desasirla de ellas, ? lo que Pedro Vazquez dijo ? altas voces: le fueren
testigos de como el dicho D. Alonso echaba mano ? la espada contra
el; y. ?sto por dos 6 tres veces, y ?que se empurraba en ella? ? lo cual
D. Alonso, hablando al Sr. Oidor con el comedimiento que se debia,
dijo ego no hago tal~.
Pedro Vazquez repiti? con c?lera las ?ltimas palabras, y el senor
Oidor m?nd? ? D. Alonso le diese la espada, el cual, quitando el
sombrero y bes?ndola, se la entree. Pedro V?zquez pros?gui? di
ciendo entre otras cosas: "que lo que habia dicho D. Alonso era
grandisima desvergiienza y que se iba a quejar al Consejo Real y no
queria m?s de ese negocio?, y poni?ndose ? caballo en una mule, co
menz? ? caminar, y aunque el Sr. Oidor le mand? y otras personas
le rogaron que volviese y no pasase el negocio m?s adelante, pues no
habia raz?n pare ello, jam?s lo quiso hazer; y entonces D. Alonso se
fu? ? Mellid ? su case de posada por c?rcel, como hab?a mended() el
Sr. Oidor, quien se fu? ? ver los trabajos de otra m?moa quo estaba
abierta..
(Concluir?). ANDR?S MART?NEZ SALAZAR.
(1) V?ase el n?m. 27 de este poLnrfN;