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pura curiosidad, quienes Je merecieron siempre toda consideraci?n: en
la tercera clase incluye ?aquel desecho de j?venes corrompidos e inapli
cados que abandonando sus c?tedras andan vagando y haciendo de
papelones? por la clase del mismo Font?n y por otras, con perjuicio
propio y mayor a?n de los arrastrados por tan contagioso ejemplo.
Al Vicerrector del Colegio de S. Jer?nimo, al de la Universidad, a
la Junta de Direcci?n de Estudios y'al Claustro, toca, a juicio de Fon
t?n, desmentir ?la atroz calumnia? lanzada contra ?l por sus ,acusado
res, cuando afirman hab?a arrastrado la beca de aquel Colegio e insul
tado en c?tedra a un colegial del mismo. Es verdad que dos colegiales
porcionistas de ?l merecieron perder el curso; pero ya antes la Junta de
ex?menes de Pascua de Resurrecci?n hab?a ordenado fuesen expulsa
dos dichos colegiales, fund?ndose en su desaplicaci?n y atendiendo al
bien del referido Establecimiento.
Recuerda Font?n que, en efecto, fu? nombrado Censor escolar en
1816, cargo en eI cual contribuy? much?simo ?a detener los des?rdenes
de la juventud en medio de tanto caf?, .casas de juego y lupanares?,
como en el pueblo exist?an; peligros que tomaron ?el mayor incremento
al abrigo de la impunidad? que tales lugares disfrutaban con el Alcal
de Leys. Relaciona con su conducta en el oficio de Censor el apedrea
miento de su casa; hecho este del apedreamiento nada nuevo, dice,
pues tambi?n hab?an sido v?ctimas de ?l eclesi?sticos muy respetables,
como los can?nigos Alegr?a y Magistral de la Iglesia compostelana, y
hasta Rectores y Visitadores Reales de la Universidad. Tambi?n re
cuerda que como Censor supo calmar los temores manifestados por el
Alcalde en Septiembre del a?o ?ltimo, con motivo de los insultos que,
presidiendo el Teatro, hab?a recibido dicha autoridad de algunos estu
diantes; disturbios que, a pesar de no tener jurisdicci?n coactiva la
Universidad, pudieron evitarse.
Respecto a sus condiciones para tratar con la juventud, alega
Font?n la persuasiva circunstancia de haberse hallado constantemente
al frente de la ense?anza desde la edad de 24 a?os y no s?lo en la
Universidad sino fuera de ella, pues fu? profesor de idiomas en la
Escuela Militar del 4.? Ej?rcito. ?Y no es de creer, a?ade, que sin
buena opini?n m?a el Rey... me hubiese elegido... a consulta de su
Supremo Consejo, catedr?tico perp?tuo, como lo soy cinco meses ha,
esto es, en la ?poca de mis mayores criminalidades, seg?n la acusaci?n?.
Nota oportunamente la incongruencia de que se pida su destierro
durante los ex?menes de los reprobados y la deliberaci?n del Claustro,