68 1 olet(n de la Real Academia Gallega
T??o unha corda muda
Ha mi?a lira torva,
Corn' un coitelo fera,
Com' un tronido ronca;
la musa de Richepin y Carducci, que le dict? las s?tiras e invectivas
que lastiman las creencias y hieren las delicadas fibras del sentimiento
religioso. 1Qu? sorprendente y extrafia dualidad! Bien dijo Pascal que
el hombre es un texto de eternas contradicciones. Los lamentables
descarrios del vate celanovense no son hijos precisamente de la incre
dulidad, sino de la pasi?n, que le ciega, le arrastra y le precipita. Y es
de advertir que la poesfa es el coraz?n, como dijo Byron, y que, como
observa Balmes, glos poetas, los verdaderos poetas, es decir, aquellos.
a quienes ha otorgado el Criador elevada concepci?n, fantasia creadora
y coraz?n de fuego, est?n m?s expuestos que los dem?s a dejarse llevar
de las impresiones del momento.?
Mi malogrado paisano y amigo, el ilustre agustino P. Blanco, que,
en su historia cr?tica La Literatura Espa?ola en el siglo XIX, tan
severamente y con tan viva indignaci?n le juzga en este punto, al ha
blar de la leyenda A Yirxe do Cristal, dice: ?Canta esta devota y
popular tradici?n, aprendida de los labios de su madre, con tan sincero
fervor como casi no es posible que brote de un ?nimo ajeno del todo
a las creencias en que se inspira Quiz? el autor de Aires da mi?a
terra, no ha adjurado de su antigua religi?n tan completamente como
parecen indicar las invectivas de que la hace objeto. 1Ojal? que no me
equivoque on mis sospechasl?
Y no se equivoc?. O?d, old lo que dice a sus sobrinas, en la carta
que escribi? a su hermano politico D. Emilio Rico, el 9 de Febrero de
1893, quince agos antes de su muerte, y que se public? on La Voz de
Galicia, de 3 de Abril de 1908:
?1Oh, t?, Socorro, Isabel, Pilar, Amelia! las que sois m?s atendidas
? de Dios, orad por m?. De vuestr?s labios no puede salir nada que no
? llegue al cielo; orad por vuestro t?o. Vuestras oraciones han devuelto
? la vida a Manolito, cuando yo estaba en Celanova, y ?qui?n sabe si
? ahora le dar?n un poco de suerte a este desdichado, que no quiere
nada para s? sino para vosotras? Cuidadito con olvidarme, sobre
? todo en la misa.? ?Pudiera expresarse con fe m?s hondamente sen
tida el m?s creyente?
En 1904, vino de Cuba a la suspirada terriuia que le vi? nacer, a
buscar alivio a su salud, grandemente quebrantada, y a abrir un pa