320 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA !GALLEGA
Lasegunda parte acerca de las indulgencias de la Ordene Ser?fica en
particular, yes, sin linaje de duda, la m?s interesante y como el centro de
toda.. la obra (pp. 171394). Al consignar cada una de las indulgencias
concedidas,, procura alegar el texto mismo de;, la concesi?n; cuando no,
reproduce la sustancia y ,alcance del mismo. Generalmente acompa?an no
tas hist?ricas, ilustratorias de las respectivas concesiones,. donde campea
la granda y s?lida erudici?n del P, Campelo. En distintos cap?tulos re
coge las indulgencias prsonales, las indulgencias personales y' locales a
la par, las indulgencias puramente locales, ; las indulgencias llamadas
reales y, por fin, las indulgencias que tienen alguna relaci?n y. enlace con
los franciscanos.
Entre las indulgencias locales descuella da de la Porci?ncula, (p. 241
269), tan conocida y apreciada de todos los fieles. De las reales merece
especial menci?n el uso e indulgencias del crucifijo del r. V?aCrucis. Y
ya que citamos este ejemplo, viene muy a pelo recordar las condiciones
que ha de tener el crucifijo, a fin de salir al paso d3 ciertos errores
que por ah? se divulgan a las veces con alarma de la piedad, y que se
hallan perfectamente se?aladas en el libro del P. Campelo ? (p. )315) : ?El
crucifijo, escribe, ha de ser de materia s?lida, por ejemplo, de hierro,
de oro, de marfil, de madera, quedando exclu?da toda materia fr?gil, que
bradiza o que f?cilmente se gasta y deshace, como el yeso, el ,cristal, el
plomo, el esta?o. Adem?s debe resaltar un poco : de la cruz a la que va
fijado, ni basta que la imagen est? pintada, incrustada o : grabada.. c Si el
crucifijo es separable de la cruz, las indulgencias van anejas,: no a la
cruz, sino a la imagen de Cristo crucificado, .y se conservan aun cuando
se una a otra cruz, y aunque la cruz sea de materia fr?gil?.
Por lo que ata?e a la indulgencia congedida a los que mueren con el
h?bito franciscano, estudia el ,au>or el hecho de la concesi?n, su actual
vigencia y los requisitos para lucrar la indulgencia plenaria que tiene
concedida (p. 324). Fu? otorgada esta indulgencia por obra de la inter
venci?n de Gabriel Merino, arzobispo de Bari y obispo de Le?n, y a supli
caci?n de Fr. Luis de la Torre (p. 325). Gabriel Merino era familiar y
prelado dom?stico de Le?n X, que la concedi?. Por V?a dj3:+nota se re
cuerdan algunos reyes espa?oles que fueron amortajados con el h?bito
franciscano: tales san Fernando, Alfonso III de Arag?n, Alfonso XI,
' Pedro I de Castilla y la gran reina Cat?lica, Isabel de Castilla.
Sobre la parte tercera, De los indultos yprivilegios de la Orden Se
r?fica fica en cuento a las indulgencias, poco hemos de advertir, Explica en
la introducci?n lo que entiende por indultos y privilegios, distinguiendo
dos clases entre ellos: los que se refieren a las indulgencias que han
de ganar los propios religiosos y los que han sido otorgados para comu
nicar las indulgencias a los dem?s (p. 395396).
Por fin, la parte cuarta trata de las indulgencias concedidas a las aso
ciaciones piadosas vinculadas o p rtenecientes a la Orden Ser?fica, ex
posici?n ciertamente de grand?sima importancia para los directores de
asociaciones franciscanas, cuyo n?mero crecido alega en la introducci?n a
esta parte: Tercera Orden Secular de san Francisco, Archicofrad?a de los
Cord?geros, P?a Uni?n del V?aCrucis Perpetuo, del V?aCrucis Viviente,