jolettn de la Real >kcademia Gallega ?03
ning?n alfabeto, no sabiendo si representar? la letra I, que .en el alfa
beto.griego e ib?rico es un palo vertical solo, sin el punto aislado en su
\porte superior. El 11, que es t?picamente ib?rico, puede . ser una. U o
una Y. El', o sea el ?ltimo signo, figura en el alfabeto ib?rico .ul
terior, equivale a nuestra C o G. Este signo j, en algunas inscripciones
romanas, desempe?a el oficio de puntuaci?n, o 'signo que representa
separaci?n de palabras. Puede vers? como modelo una inscripci?n pu
blicada en Religi?es de Lusitania, por Leite de Vasconcellos, y en Addi
tumenta Nova ad Inscriptiones Hispaniae Latinae, por H?bner. Tam
bi?n ?ste ?ltimo autor, en .M?numenta linguae ibericae, p?gina 183, trata
de la inscripci?n de caracteres ib?ricos y griegos de un anillo de oro,
hallado cerca de Ginzo de L?mia.
De ambas civilizaciones son igualmente los caracteres del anillo,
de que venimos ocup?ndonos; sin embargo el signo j es desconocido y
no figura en ning?n alfabeto, lo que aumenta su importancia.
Pudiera, pues, leerse los signos grabados en el chat?n, de esta
manera:
NO= HO = NO
x 1 D IUC = IUG 1YC
Todas estas diferencias de lectura, depende de lo incompleto y'
dudoso que resulta el alfabeto ib?rico, a pesar de los grandes esfuerzos
realizados por Ios arque?logos Delgado y H?bner, quienes, sin auxilio /
alguno, contando s?lo con su buen sentido, nada de extra?ar es, que
anduviesen vacilantes y procediesen, las m?s de las veces, adivinando
aquellos signos que nadie hab?a estudiado y que eran producto de
nuestra raza. ?
El estudio de la escritura ib?rica, despu?s de los trabajos verifica
dos por el alem?n H?bner, no ha adelantado casi nada, siguiendo, por
lo tanto, a?n en estado de embri?n. Sin embargo, de d?a en d?a, apare
cen monedas y l?pidas con inscripciones ib?ricas. Es limitad?simo en
otros objetos y menos en anillos. Pero lo que realmente es asombroso,
que el anillo, de que nos estamos ocupando, y que debe datar del siglo
iv, antes de J. C., se hall?se en nuestra. regi?n, en un punto del NO. de
Espa?a, en donde por lo apartado parece imposible semejante civiliza
ci?n, sobre todo para la mayor?a de escritores que trataron de los pue
blos y pobladores antiguos de nuestra pen?nsula.
El desconocimiento de la civilizaci?n ib?rica, por falta de docu
mentos y testimonios, es como el que resulta de los mapas publicados
a. r