.r?? jolettn de la leal kkca?emia Satlega
rio,. ?hasta despu?s de haber firmado su desgraciada suerte ?. Depon
gan tambi?n contin?a el sabio catedr?ticoel Vicerrector de :la
Universidad, el Inquisidor y Dr. Quijano, el Dr. Cort?s, el Vicedirector
del Colegio Real de Farmacia y digan si sus atentas insinuaciones me
desviaron de la senda del deber. De ?l quiso desviarme el Alcalde en
la tarde. del 7 .' de Junio, pidi?ndome en la Secretar?a de la Universidad
por su hijo inepto, D. Baltasar de Leys ?, como puede atestiguar el Se
cretario.;Y por eso, y porque ni el inter?s ni, la parcialidad son moneda
corriente con el Dr. Font?n, se apelara las calumnias y a tantos increi
bles dislates ?como contra m? abortaron, sosprendiendo a algunos de
los que suscriben e intent?ndolo en vano respecto de otros, cuya reli
giosidad y firmeza no pudieron vencer?.
Analizando los motivos de haber perdido el curso sus ciento ocho
disc?pulos, dice que algunos apenas lo empezaron; otros murieron
antes de terminarlo; la mayor?a ? y aqu? fulmina nueva acusaci?n
contra Leys y Saco?lo perdieron ? por haber abandonado la ciudad
al principio de la Cuaresma, cuando el Alcalde... faltando a las leyes
despobl? la Universidad sujetando e . incluyendo en el alistamiento
para la quinta del pueblo a sus alumnos todos. Una semana estuvieron
desiertas casi todas las aulas ?; tardaron la mayor parte de los alumnos
un mes en regresar de sus domicilios respectivos; y m?s tiempo todav?a
los alumnos de Font?n. Desde aquella ?poca que califica de fatal,
hasta la conclusi?n del curso, no` pasaron de 110 los concurrentes a su
c?tedra. Y la asistencia de los hijos de los que le; acusan, ha sido la
menos general y su conducta la m?s relajada. Fuera sobre todo, dice,
cosa maravillosa, que hubiese de dar c?dula de examen a . D. Luis Ca
mino?hijo, sin duda, de D; Jos? Camino, cuyo nombre figura en
segundo lugar entre los firmantes de la primera, exposici?n ? ?joven
vicioso que nunca asisti? a la Academia y ninguna tarde a la c?tedra,
y vino las m?s de las veces para corromper a inocentes ?. En situaci?n
an?loga se encontraban D. Joaqu?n Caneda y D. Jos? Bad?a ? hijos o
sobrinos seguramente, de otros firmantes de la misma exposici?n.
Falso es tambi?n que sus disc?pulos olviden el lat?n. ?Es este el
idioma de la Universidad?: pero los hijos de sus acusadores lo ignoran,
y en obsequio de ellos y de otros que se hallaban en el mismo caso,
forzoso le fu? a Font?n, a pesar suyo, expresarse en idioma m?s cono
cido; Io cual, asegura, no volver? a hacer s?n expresa derogaci?n de las
leyes vigentes.
Justificando su conducta con los atendientes, se?ala en estos tres
clases: los que asisten con ?nimo de aprovechar y los impulsados por