jolet n de la Real Academia Gallega 8t
ciudad y el pueblo que la habit? objeto de pequeffo valer, pues lo que
adoramos fu? siempre para los hombres lo m?s alto y excelente, porque
no hay cosa que m?s excelencia tenga que aquello ante lo cual dobla
mos nuestra rodilla, a quien pedimos favor cuando no vemos ya quien
nos lo pueda pres tar. Eso es lo m?s excelente y lo de mayor valor, y lo
digno de mayor consideraci?n y respeto. Para eso tenemos el nombre
m?s venerado. Tal era el nombre de Brigancia para los antiguos ingle
ses, y no lo serfa si fuese para ellos un objeto despreciable, y aborreci
ble y desconocido el pueblo que all? ese nombre llev?. No s?lo pues
lleg? all? el pueblo gallego, sino que era para aquellos moradores objeto
de excelencia y veneraci?n como la diosa que adoraban, un pueblo
superior, un pueblo a quien miraban desde abajo. Que es idea que
aparece manifiesta en la relaci?n que nos da de estos hechos el P. V?z
quez en su Historia, el pueblo conquistador fu? siempre un pueblo
superior para el vencido, sobre todo si fu? un pueblo m?s culto, y de
cualquier manera hace indudable las relaciones de los dos pueblos.
Algo semejante acontece con la inscripci?n que se lee en otra
piedra hallada en Westerwood y tiene el n?mero 1.103 en la colecci?n
que de las l?pidas de Inglaterra hizo el docto H?bner. Consta de estas
solas palabras: DEO MAR
I CAMVLO
pues lo dem?s no se ha podido leer. En ella vemos un Dios llamado
Marte Camulo. Y Camalo y Camala, fueron nombres que llevaron varios
personajes gallegos. No son nombres enteramente id?nticos el del Dios
ingl?s y el de las personas gallegas, pero muy cercanos ciertamente ?
est?n y nos dan derecho a hacer en presencia de ellos las reflexiones
mismas que nos sugiri? la inscripci?n de Brigancia.
En Rooky se hall? una plancha de bronce con dos asas y en ella
estas letras:
MARTI
TOVTATI
TI? CLAVDIVS PRIMVS
ATTII LIBER
V. S. L. M.
que se lee: Marti Toutati Tiberius Claudius Primus Attii libertus votum
solvit libens merito. A Marte Toutati Tiberio Claudio Prinzo, liberto de
Acio, pag? con gusto su voto. Y notemos en ella que aunque al apellido
que da a Marte no halle ninguno id?ntico entre nosotros, hay con todo