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198 Bolet?n de la Real )Icademia Gallega
naturales; y aunque merecen m?s atenci?n, pasemos por alto la piedra
pulimentada, y entremos a ocuparnos de la ?poca siguiente.
Sin limite fijo, pues demasiado conocida es la coexistencia de obje
tos de piedra y bronce, que aun en la ?poca de la conquista de Am?rica
empleaban los naturales, simultaneamente, como armas y objetos de
corte, los fabricados de silex, obsidiana y cobre; y, seg?n parece, daban F
preferencia a los primeros, por no haber acertado a dar al cobre la "dure' dure
za suficiente, y no poseer la f?rmula para producir el bronce (I).
Al clasificar en varios per?odos la existencia y desarrollo de la
humanidad, tomando para ello por norma los productos de su trabajo,
ven?a admiti?ndose como paso inmediato de la cer?mica tosca y de la
piedra pulimentada, al bronce. Hoy se admite un per?odo intermedio,: el
del cobre, trabajado primero a golpe, y luego fundido. Aunque en la
mayor parte de los pueblos, en que se estudian con detenimiento estos
trabajos, predominan los de bronce, hasta el extremo de ser raros los de
cobre puro; en otros, como Irlanda, superan por el contrario los cons
truidos con cobre (2). Obedece esto a condiciones regionales.
Nada tiene, pues, de particular, que en Galicia, en donde hab?a el
cobre y el esta?o en gran cantidad, emplearan el bronce con preferencia.
Esto dicho, sin tener en cuenta las relaciones comerciales que, aun
que muy cortas, exist?an; porque ?c?mo suponer .que las armas e instru
mentos hallados a tan larga distancia y en tan diversos pa?ses, coincida
con tanta exactitud en forma, dimensiones y elaboraci?n, Bin? suponien
do relaciones comerciales o largas emigraciones de los pueblos?
Dejando a un lado estas consideraciones generales, vamos a ocupar
nos de varios objetos prehist?ricos gallegos. Me permito clasificarlos as?,
por haber sido encontrados en nuestra regi?n.
Cierto es que el escaso n?mero de ellos no merecer?a mencionarse
en un pa?s en que tanto debieran abundar; pero conocido es el poco
aprecio que nuestros campesinos dan a todos los que, hallados en o cerca
de los monumentos megal?ticos, resultan ser de cobre o bronce. As? se
explica el que, siendo tan inmenso el n?mero, existan tan pocos conoci
dos y clasificados. El car?cter de nuestro pueblo, ansioso de la riqueza
que el pa?s en su pobreza le niega, sue?a con el oro, desconfiado oculta
el dorado objeto que el azad?n o el arado descubrieron, y cuando tras
mil ocultas averiguaciones, llega a comprender que lo `que por su peso y
(I) General Riva,?c