170 Boletin de la Real Academia Gallega
DISCURSO DEL SR. REY SOTO
Se?ores Acad?micos:
Se?oras:
Se?ores:
Aunque la Real Academia Gallega no hubiese tenido otra finalidad
ni otra floraci?n?y tiene muchas?que actos como ?ste a que asisti
mos maravillados, ?podr?a dudarse jam?s de sus fecundos br?os y de
su enorme trascendencia?
Reunir, en un d?a y una hora solemnes, a tan esclarecido senado,
a varones tan nobles, cuyos cerebros son colmenas de ideas y cuyos
corazones hornos de brasas llameantes; y reunirlos, para rendir lo me
jor que en ellos hay, como ofrenda amorosa a la cuanto m?s vieja, m?s
po?tica y hermosa madre; a la dulce tierra, tanto m?s amada, cuanto
m?s lejana, ser? siempre, mientras haya esp?ritus generosos y sensi
bles,' un espect?culo consolador . y emocionante.
Y sobre todo si eso se realiza en uno de estos j?venes estados de
Am?rica, donde la opulencia lujuriante del suelo, el perenne ardor
del sol, es est?mulo sensual del aire, todo cargado de g?rmenes y aro
mas, como que subleva s?lo lo que en' nosotros hay de inferior, como
que excita, nada m?s, y enfebrece lar carne, y parece inducir ?nica
mente, a la humanidad a que no tenga nervios, ni pensamiento, ni co
raz?n, como no sea para ?l tr?fago estrepitoso de los negocios, para la
industria vertiginosa y rechinante, o para el comercio, m?s callado,
m?s apacible en apariencia, pero en cuyo fondo luchan, silenciosas y
terribles, trenz?ndose y destrenz?ndose, como serpientes negras, en el
af?n de destrozarse, los fr?os y venenosos intereses materiales
? Y todo ello para cosechar el oro ! ? El oro que es amarillo como
la envidia.! ?Y todo ello para ahitarse de placer grosero y em
brutecedor, que es lo m?s f?cil de comprar con el metal del color
maldito !
?Verdad, pues, que es consolador, se?ores, que seamos nosotros,
los gallegos, quienes de tan magn?fica manera coloquemos, de vez en
cuando, como lo hacemos hoy, nuestra tela resplandeciente, nuestro
suntuoso tapiz, tejido con hilos de ensue?os, te?ido con la p?rpura de
nuestra sangre m?s rica, recamado con la pedrer?a m?s preciosa de
nuestro acerbo espiritual, sobre la prosa circulante, rodante; ensorde
ciente y apestosa a grasa y minerales esencias, de la vida moderna,
que yo me represento, s?lo como una inmensa f?brica ensordecedora,
entre cuyas biel{s, ruedas dentadas, poleas y correajes trasmisores,,